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Victoria que no despeja dudas. El Sporting acabó con la imbatibilidad del Villarreal, pero continúa inmerso en un vórtice de sensaciones contradictorias. La victoria llega acompañada de un juego pobre e insulso y la continuidad de Manolo Sánchez permanece en entredicho a pesar del resultado favorable.

1.- Determinación. El Villarreal salta al campo con las ideas mucho más claras y con la capacidad de saber ponerlas en práctica. Toque, paciencia y vértigo. Los amarillos comienzan el partido en plan avasallador mientras el Sporting se revuelve ante los envites visitantes sin encontrar una solución a sus problemas.

2.- Endeblez defensiva. La retaguardia del Sporting continúa nerviosa. A la mínima aproximación rival se produce un cortocircuito de innumerable magnitud. Cada llegada del Villarreal significaba peligro. La lentitud de Gregory e Iván, unido a la poca consistencia defensiva de los laterales hacía relamerse al bastión ofensivo castellonense.A ello se unió la salida del balón desde atrás, con innumerables errores y abuso del balón en largo, que conllevaba su pérdida inmediata.

3.- Líneas muy separadas. Por lo visto en anteriores partidos, la presencia de un trivote en el medio del campo parecía la mejor solución a los males del Sporting en la zona de creación. Las ausencias de centrocampistas creativos como Cases y Lora no permitían su correcta aplicación en el día de hoy por lo que Barrera y Mandi formaron de salida. La dupla rojiblanca se las vio y deseó para contener el arreón del Villarreal,muy superior en la parcela ancha. A ello hay que unir la kilométrica separación de los medios con los defensas, lo que permitía a Cani, Hernán Pérez y sobre todo a Trigueros, flotar en la zona de tres cuartos, arrastrando a la defensa y creando espacios para sus compañeros en ataque. El despliegue de Mandi y Barrera fue meritorio,sobre todo el del primero, un auténtico perro de presa, pero ambos jugadores no son compatibles en tareas de creación. Es necesaria la presencia de un medio que lleve el timón del juego y distribuya sentido en el despliegue ofensivo gijonés.

4.- Bandas. Buen partido de Carmona, que parece pedir a gritos un puesto en el once inicial. El exbarcelonista apoyaba en el centro y se abría a los costados con sentido, y sus centros bien orientados siempre llevaron peligro. Demasiado solo por momentos, no encontraba el enlace idóneo entre la media y el ataque. En la segunda parte su rendimiento decayó merced a su bajón físico, pero demostró que la banda derecha puede ser suya. En el otro costado, David Rodríguez, fuera de sitio, se mostró en su línea batalladora. Suyo fue el primer gol del Sporting, a pase de Carmona, entrando desde donde hace daño, el centro de la delantera. Su posición escorada a banda da la impresión que merma su capacidad y hace perder al Sporting a su máximo puntal en ataque. Quizá la vuelta de De Las Cuevas le permita volver a su hábitat natural.

5.-Sistema. Así como el Villarreal es un tipo fácilmente distinguible, no se puede decir lo mismo del Sporting. Por una u otra razón, Manolo no ha repetido alineación en lo que llevamos de liga y da la impresión que los futbolistas no terminan de sanber a que están jugando. Si hubiera una palabra para definir el estilo de juego del Sporting sería gregarismo. El equipo se deja llevar por las circunstancias y no parece tener un plan desglosado para hacer daño al rival. En un encuentro de este calibre choca ver como los primeros 15 minutos el equipo local no lleva al voz cantante ni manda en el terreno de juego, aunque solamente sea por el orgullo torero de ser el anfitrión y hacer un derroche de poderío aunque sea pasajero. Por el contrario, se le cede todo el protagonismo al Villarreal, que cómodo y agradecido, acepta el reto. En ningún momento del choque el Sporting parece estar cómodo con el rol que le ha tocado asumir, ya sea cuando está en igualdad de resultado y numérica, como después, cuando todo debería ser más fácil y la lectura del encuentro a priori mucho más fluida. Con un centro del campo más encargado de la destrucción que del bricolaje, las opciones rojiblancas a la hora de la creación son un lastre demasiado grande ante un rival de esa consistencia, si bien es cierto que a dia de hoy no se ha visto al Sporting dominar ni uno solo de los partidos disputados.

6.- Expulsión. Sin lugar a dudas el gran condicionante del partido fue la expulsión de Bruno. El centrocampista del Villarreal allanó el camino de los rojiblancos con su estúpida acción, complicando sobremanera las posibilidades de su equipo. Hasta ese momento el Sporting no había existido, y fue en esos minutos de confusión cuando os asturianos se beneficiaron de las circunstancias anotando el primer gol. Sin embargo, lo que parecía una gran ventaja para los locales, nos lleva de nuevo al punto 5 y a la incapacidad de gestionar esa superioridad para machacar el encuentro. A pesar de su inferioridad, el Villarreal mandó en el segundo tiempo y solamente el bajón físico de sus jugadores llevó al traste la remontada. El Sporting no sabía que hacer, si esperar, o tratar de mandar en el campo. Quizá no es que no supiese, sino que no podía hacer ni una cosa ni la otra. El caso es que ni con Barrera ni con Mandi había orden o concierto, se continuaba buscando el balón largo, sin sentido, pero que luego en los últimos minutos resulto reparados dado el cansancio rival y su apertura de líneas.

7.- Cambios. Las permutaciones de Manolo fueron de difícil explicación. La entrada de Mendy es lógica ya que se buscaba una velocidad en el contragolpe que el senegalés podía aportar, aunque el sustituido, David Rodríguez, era de los pocos que se salvaba de la quema del equipo en todo el partido. La entrada de Ricardo León, de los pocos centrocampistas disponibles del equipo por un Mandi fundido, no admite discusión, a pesar de que Ricardo no era en ese momento el tipo de medio necesario para el momento en el que se encontraba el partido. Lo que choca realmente es que Carmelo aún tenga presencia en el Sporting. El canario sustituyó a Trejo entre una sonora pita y como viene siendo habitual, su participación fue testimonial.

8.- Vestuario. Es evidente que los jugadores no están con su entrenador. Puede que lo comentado en el punto 7 respecto a Carmelo tenga algo que ver. No es de recibo para un profesional ver como otro futbolista, que ha mostrado compromiso 0 con el equipo, pasa por delante tuyo. Eso hace perder autoridad al entrenador, que ya lo hizo la primera y segund ajornadas, aún cuando el canario ofrecía un rendimiento paupérrimo en el terreno de juego. La mala gestión del vestuario, unida a la sensación de que el míster es una marioneta del Consejo convierte ese vestuario en una bomba de relojería a punto de estallar. Otra cosa de la que no me había percatado y que leí a varios seguidores por Internet es que en ninguno de los dos goles los jugadores se acercaron al entrenador para celebrarlo con él, cuando era evidente que el técnico se jugaba la cabeza en el partido. ¿Se le puede estar haciendo la cama?

9.- Nerviosismo y ansiedad. La jugada más clarificadora del estado de ánimo del equipo se produjo en el minuto 40 de la segunda parte. Córner a favor del Sporting, Sangoy recibe el balón de un compañero y se escora hacia el banderín con el objetivo de perder todo el tiempo posible. Veinte segundos después el balón es para el Villarreal. Este incidente muestra a las claras la sensación de desconcierto y ansiedad que reina en el vestuario del Sporting, tan necesitado de una victoria que estando tan cerca de conseguirla, se funden los plomos y se pierden los estribos.

10.- Ausencias. Llama la atención que jugadores como Muñiz no tengan hueco en este once del Sporting y lo que aún es más sangrante es la no presencia de Hugo Vieira en la convocatoria. El portugués, que llegó como refuerzo de lujo, apenas ha participado más que de modo testimonial cuando es evidente que su velocidad y verticalidad, aún por tastar, eso sí, podrían ser muy útiles y más en un partido como el que hoy tuvo lugar.

11.- Manolo Sánchez Murias. A priori, una victoria del Sporting parecía reforzar el crédito de Manolo, cuando la realidad es todo lo contrario. El equipo continua como el agua, incoloro, inodoro e insípido, con la diferencia de que el aficionado sigue con sed. Los gijoneses no terminan de encontrarse a sí mismos y la fortuna les sonrió en el día de hoy, ya que un partido como el de esta mañana, en condiciones normales, de repetirse diez veces, hubiera dado con los huesos rojiblancos en la lona en al menos nueve de ellas.

y 12.- Soluciones. La pancarta de los ultras rezaba:»Jugadores y Consejo, la lacra del club». Recibida con aplausos por el respetable, expresa el sentir de la afición. Basta de bandazos e improvisación. Si se tiene que echar al entrenador, que se haga fulminantemente y no se espere a una debacle estrepitosa como la de Girona. La directiva vuelve a pasarle la patata caliente a la afición, esa que presume de soberanía e incluso veta uniformes y fichajes de entrenadores como Lucas Alcaraz. Si el consejo tuviera personalidad, firmeza y conocimiento e interés por la situación deportiva del club, tomaría cartas en el asunto de inmediaro. El equipo, salvo contadas excepciones individuales, no ha mejorado en absoluto en las últimas jornadas por lo que esperar más supone una jornada menos de conseguir el objetivo, que a día de hoy, por mucho que duela, es salvar la categoría y consolidarse en Segunda División.

AL FINAL SE CONSIGUIÓ

Publicado: May 2, 2012 en Uncategorized
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Este día tenía que llegar. Tarde o temprano. La deriva del Sporting en los últimos años no admitía otro final. El descenso se certificará hoy, o mañana, pero es de dominio público que el equipo lleva descendido desde hace mucho tiempo. Solamente el esfuerzo titánico de unos jugadores, algunos de Primera y otros postizos en la categoría alargó la agonía y evitó que el desastre se consumara mucho antes.

Nos acordaremos del partido ante el Mallorca, de la visita a Granada, de la enésima final ante el Zaragoza o del partido de ayer ante el Villarreal. Ni una de esas finales pudo decantarse del lado sportinguista. Muchos verán ahí la clave del descenso, aún virtual. Cierto es que la falta de competitividad de los gijoneses en dichos partidos, unido a la mala suerte, dilapidó toda aspiración de salvación, pero repito, el problema viene tiempo atrás.

Se puede culpar a Clemente de decisiones estrambóticas, de cabezonería y conservadurismo. De no haber mejorado los resultados de Preciado y de dar la impresión de desentenderse del futuro del equipo, cuando ha sido el único que tiró de la cantera en los últimos años. El técnico vasco no tiene ninguna culpa del descenso.

Manolo Preciado, ídolo del sportinguismo, siempre tendrá un hueco en el corazón de todo aficionado. El de Astillero ascendió a un equipo de retales y logró mantenerlo durante cuatro años en la máxima categoría. Preciado tuvo cosas muy buenas y otras no tan buenas. Se ganó a la plantilla a base de su discurso campechano y cercano, un arma de doble filo que le pasaría factura más tarde. Contagiaba a la plantilla de su entusiasmo y era motivador como pocos. En su contra jugaba un escaso conocimiento táctico y total ausencia de interés a la hora de preparar los partidos, algo de lo que el cántabro llegó a vanagloriarse. Su política del «yo no pido, juego con lo que me den» puede parecer muy honrada pero a la larga es tan simple como la vida misma. «Tú no pides, luego yo no te doy». Cabezón como Clemente, desaprovechó a ciertos jugadores y solo cuando se encontraba en el filo de la navaja aprovechaba por innovar o tirar de sensatez. La suerte, tan esquiva en otras facetas de su vida, fue en Gijón uno de sus mayores aliados y aún emociona pensar como un equipo con jugadores como Pedro Santacecilia, Luis Morán o Diego Camacho, logró ganar aquel bendito día en Valladolid. Preciado es y será siempre historia rojiblanca, pero parte de culpa de este descenso es suya.

Pero el principal problema del Sporting radica en una directiva incompetente, huidiza de responsabilidad y nula en capacidad de gestión. Una cúpula incapaz de invertir en el equipo, abusando de la excusa de una deuda cada vez menor que nos convertirá en uno de los clubes más saneados de Segunda. Vega Arango, José Fernández y compañía no apostaron por el Sporting en ningún momento. Se limitaron a observar al equipo desde la distancia, cada año más lejos hasta que a día de hoy solo es un puntito en el horizonte. Fueron los mandamases del club los que no dudaron en vender a Míchel para traer cedido, y lesionado, a Lola Smiljanic. Fueron los mismos que dejaron escapar por un puñado de dolares al buque insignia sportinguista Diego Castro para luego invertir más de lo que el gallego pedía en fichajes de poco pelo como Damián Suárez o Trejo. Los mismos que visten y calzan traspasaron a Cote a la Roma por casi 5 millones de euros. Nadie sabe en que se ha gastado ese dinero; en mejorar la plantilla seguro que no. La pulcritud de Vega Arango, con su planchado traje e impecable corbata contrasta con un equipo hecho a retazos, harapiento y famélico, que bastante ha hecho con mantenerse todos estos años en la máxima categoría a pesar de estos personajes. Es curioso como cada año que pasaba la desidia por el club y su escudo era mayor, inviertiendo menos dinero por mejorar las prestaciones del Sporting en una Liga cada vez más exigente. La gota que colma el vaso llega este invierno con un equipo totalmente roto, deshilachado y ausente, necesitado de un revulsivo y varias caras nuevas mientras se hundía en la parte baja de la tabla. Ante ese escenario, nadie de la cúpula sportinguista creyó necesario hacer un esfuerzo y solo se trajo a Colunga el día antes del cierre del mercado, pagando un millón de euros! por su cesión hasta final de temporada. Y el ex del Getafe vino porque no había una oferta mejor.

En ningún momento la directiva dio la cara por el club en todos estos años. Solamente hace tres días el presidente demostró que puede que cierta sangre rojiblanca corra por sus venas al defender al Sporting de la acusación de amaño de partidos. «Con el dinero no se juega» habrá pensado don Manuel, «que bastante tiempo nos ha costado ganárnoslo».

Esta directiva es la que ahora llora de puertas para fuera, aunque quien sabe lo que piensa en su fuero más interno. Se acabaron los derechos de televisión, los días del Club ante Athletics y Atléticos, ahora vuelve la cruda realidad, los partidos a las 12, los desplazamientos a Sabadell o Huesca y la vuelta a la lucha en una categoría aún más difícil que la Primera División. Han jugado con las ilusiones de una afición, una ciudad, una comunidad entera y se van de rositas. Eso sí, saneados estamos, pero con la mierda hasta el cuello.